Secretos
y silencios
Amenazados
por la persecución ideológica y por sus propias mentiras,
los protagonistas de la película apenas se atreven a levantar
la voz para defenderse. No se trata de una metáfora, las
secuencias localizadas en Madrid reflejan todos esos secretos y
silencios de una manera física.
"Cuerda lo advirtió desde el primer día: los
personajes de esta película tienen que hablar entre susurros.
Hay un detalle precioso de ese momento: cómo incorpora la
familia a la vida cotidiana ese cerrar de ventanas, como hacen de
algo tan terrible algo natural. Cumplen con unas rutinas que por
tremendas no dejan de ser sencillas", recuerda Maribel Verdú.
"Es una película de silencios, de miradas, de muchos
susurros. Me gustaba mucho la idea de los susurros, de hablar como
en las películas americanas", dice Javier Cámara.
Las complicaciones técnicas no se ceñían al
departamento de sonido, para Hans Burmann también fueron
un reto: "Era un decorado natural pero hubo que hacer unas
paredes para aislar el sonido, porque estábamos en la calle
Alfonso XII, con mucho ruido de tráfico. Se levantó
una segunda pared con unas segundas ventanas para rodar, y eso nos
dejó sin poder usar las ventanas verdaderas y redujo el espacio
para colocar la iluminación."
Esa arquitectura sonora hubo que mezclarla, una vez terminada la
película, con la banda sonora compuesta por Lucio Godoy,
autor también de la música de La educación
de las hadas.
"Lo más complejo de la composición para una película
es encontrar la textura", explica Godoy, "cómo
va a sonar la música que estás tocando en el piano.
¿La va a interpretar un músico o cuarenta? La textura
es lo más delicado. En algunas películas te sale ya
leyendo el guión y en otras no es algo tan inmediato. En
este caso, José Luis lo tenía muy claro, y yo también
lo veía así: necesitábamos una densidad sonora,
muchos seres humanos interpretando un instrumento. Esa calidez,
o esa dureza, ese dramatismo a través de mucha gente haciendo
sonar su instrumento."
"Esta es una película que dibuja un crescendo como he
visto pocos en el cine", asegura el director. "A mí
me gusta que eso vaya arropado por una masa sonora que acompañe
el dramatismo de la historia desde el comienzo hasta el fin. Una
música que sea como un túnel. Una sombra que ayude
a la comprensión sentimental de lo que está ocurriendo
en la pantalla. Esta banda sonora tiene una densidad mucho mayor
de lo habitual en mis películas, porque la densidad de lo
que está ocurriendo es de tal magnitud que si no tiene esa
masa sonora estaremos desperdiciando la ocasión de completar
un artefacto dramático en el que todo este penetrado por
todo, en el que todo se deba a todo."
Para la grabación y la mezcla de la música, el equipo
volvió a Galicia, a los Estudios Mans de La Coruña.
Allí contaron con la Galicia Filme Orquesta, formada por
veintidós violines, ocho violas, ocho chelos, cuatro contrabajos,
dos flautas, dos clarinetes, un piano, un arpa y una guitarra.
"Estoy muy contento de cómo quedó la grabación,
del trabajo de la orquesta y del resultado", afirma Godoy.
"José Luis se mostraba muy contento mientras grabábamos,
y eso hizo que yo también me sintiera satisfecho del trabajo.
José Luis es una persona muy comprometida con su película
y eso es contagioso. Su euforia, bien interpretada, es muy estimulante,
te empuja. Es un proceso muy intenso."
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